señor de las aguas
el pequeño Poseidón fue una de las víctimas de la furia devoradora de su padre. Fuese engullido por su padre o no, Poseidón se unió a su hermano Zeus en la lucha contra Cronos y los titanes, lucha en la que los dioses más jóvenes salieron victoriosos. Fue ese el momento en el que Zeus, Hades y Poseidón se repartieron, según Homero, el gobierno de la tierra. Mientras Zeus escogía los cielos como su ámbito de influencia y Hades optaba por el mundo subterráneo y las moradas de los difuntos, Poseidón se convirtió en el rey soberano de las aguas.
Es en esta faceta de señor de los mares en la que los antiguos griegos le rindieron culto de forma mayoritaria. Sin embargo, los poderes de Poseidón no terminaban aquí, pues, según una tradición muy antigua, Poseidón era también el responsable de los terremotos y los movimientos de tierras, posiblemente al relacionar los antiguos griegos estos fenómenos con algún tipo de alteración en las aguas subterráneas sobre las que flotaba el mundo.
A medida que la ciudad de Atenas se fue haciendo más poderosa, Poseidón y Atenea pusieron sus ojos en ella y desearon convertirse en el patrón y protector de esta polis. Para dirimir el conflicto, ambos decidieron ofrecer a la ciudad un regalo, de forma que fueran los propios atenienses quienes decidieran acerca de la cuestión. En presencia de Cécrope, rey de los atenienses, Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo manar de la tierra una fuente de agua. Sin embargo, el poder de Poseidón se limitaba a las aguas marinas, por lo que la fuente que hizo brotar era de agua salada. Atenea a su vez, enseñó a Cécrope los secretos del cultivo del olivo, un árbol que ofrecía a los atenienses tanto la posibilidad de alimentarse directamente con su fruto, las olivas, como la alternativa de su elaboración para producir aceite. Cécrope, entusiasmado ante las posibilidades económicas del nuevo cultivo, otorgó la victoria a Atenea, que de este modo se convirtió en la protectora y la divinidad principal de la ciudad de Atenas. Poseidón, enfurecido, hizo que la fuente que había manado bajo su tridente inundara una parte del Ática con sus aguas saladas. No satisfecho con esta venganza, hizo que su hijo Eumolpo atacara Atenas y acabara con la vida de Erecteo, sucesor de Cécrope. Pese a esta airada respuesta, los atenienses, un pueblo de vocación marinera, mantuvieron el culto a Poseidón durante toda su historia, en enclaves como el cabo Sunion, donde aún hoy podemos contemplar el magnífico templo dedicado al dios de los océanos. (LA ATLANTIDA)
RELACIONES Y DESCENDENCIA
Las fuentes antiguas nos hablan con profusión acerca de las relaciones sexuales que Poseidón mantuvo con diosas y mortales, resultado de las cuales fue una numerosa descendencia. Algunos de los principales héroes de la mitología griega tienen como antecesor, directo o lejano, al dios Poseidón.
La principal pareja de Poseidón es Anfítrite, una divinidad del mar hija del dios Nereo. Un texto tardío de Higino cuenta que Poseidón descubrió a Anfítrite en la isla de Naxos, bailando con el resto de las nereidas, y se enamoró de inmediato de ella. La joven ninfa del mar, sin embargo, rechazó las propuestas de matrimonio del dios y, para huir de éste, se refugió junto a Atlas en el confín del mundo. Poseidón, ardiendo de amor por la nereida, envió a todos sus criados en su busca. Uno de ellos, Delfino, logró encontrar a Anfítrite y, con sus súplicas, la convenció para que se uniera en matrimonio a su señor.
Dentro de los hijos que Poseidón tuvo con Anfítrite se creía que estaban los delfines y las focas. Su hijo varón más célebre fue Tritón, una divinidad marina que, soplando una caracola, podía levantar grandes tempestades o calmar las aguas a su capricho y voluntad. Dentro de la descendencia femenina, menos conocida, hay que citar a las ninfas del mar Rodo y Bentesicime.
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