LA GUERRA Y SANGRE
ARES dios DE LA GUERRA
lo citan como hijo de Zeus y Hera, uno de los escasos frutos legítimos de este matrimonio. La principal relación que involucró al dios Ares tuvo como compañera a la diosa Afrodita. Pese a que ésta estaba casada con el dios Hefesto, asqueada de la fealdad de su esposo, la diosa del amor no tardó en fijarse en el más apuesto dios de la guerra, Ares. De este modo, Afrodita y Ares iniciaron una relación adúltera de la que ningún otro dios tenía conocimiento. Sin embargo, el engaño no duró mucho.De estas relaciones adúlteras de Ares con la diosa Afrodita nacieron dos hijos: Fobos y Deimos. Los dos vástagos del dios de la guerra acompañaban a su padre en las batallas, siendo la representación del miedo (Fobos) y del terror (Deimos), dos sentimientos íntimamente relacionados con los conflictos bélicos.
Otra de las relaciones amorosas del dios de la guerra en la Antigüedad está relacionada con la fundación de la ciudad de Roma. Los romanos consideraban que el dios Marte era uno de los antepasados de su pueblo, lo cual explicaba el éxito que siempre había acompañado a Roma en su expansión militar por Italia y el Mediterráneo. Según el mito, Amulio, hermano del rey de Alaba Longa, ciudad del Lacio, arrebató el trono a Númitor, el monarca legítimo. Para evitar que la estirpe de su hermano se perpetuara, Amulio forzó a la única hija de su hermano, Rea Silvia, a que ingresara en el colegio de las vestales, grupo de sacerdotisas consagradas a la diosa Vesta que entre sus muchas obligaciones contaban con la de permanecer vírgenes hasta la muerte. Sin embargo, el dios Marte se enamoró de la joven Rea Silvia y, tras seducirla, la dejó embarazada de una pareja de gemelos. Al enterarse Amulio de este hecho, ordenó a un pastor que abandonara a los dos niños en los campos para que murieran de frío y hambre. El pastor, de nombre Fáustulo, cumplió con la orden del monarca y depositó a los gemelos en una cesta, que a su vez depositó en el lecho del río Tíber. La cesta fue arrastrada por la corriente hasta que encalló en un lugar cercano a la guarida de una loba. El animal, atraído por el llanto de los niños, se aproximó y, por instinto maternal, decidió aplacar el hambre de los recién nacidos amamantándoles ella misma. El pastor Fáustulo, arrepentido de su acción, descendió por el curso del Tíber hasta encontrar la cesta abandonada y a la loba alimentando a las criaturas. Los dos niños recibieron los nombres de Rómulo y Remo, y, tras haber sido criados por Faústulo y su esposa, al llegar a la edad adulta descubrieron su origen regio. Tras matar al rey Amulio y devolver el trono a su abuelo Númitor, Rómulo y Remo decidieron fundar su propia ciudad, a la que pusieron el nombre de Roma.
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