Artemisa, la diosa virgen de la caza
Artemisa era hija de Zeus y Leto. Al descubrir la nueva infidelidad de su esposo, la diosa Hera amenazó con descargar su ira sobre la tierra que acogiera a Leto para dar a luz. La joven inició entonces un largo peregrinaje por diversas regiones, pero en todas ellas, temerosos de despertar la cólera de Hera, rechazaban darle acogida. De este modo, Leto llegó a la isla errante de Delos, un lugar que cambiaba constantemente de posición en el mar y que, en consecuencia, podía escapar con más facilidad de la venganza de la reina de los dioses. En esta isla Leto dio a luz a dos mellizos, Apolo y Artemisa.
la pequeña Artemisa le pidió a Zeus, su padre, que le concediera el permanecer virgen y poder vivir en los bosques, dedicándose a la caza junto a un grupo de compañeras, ninfas y dríades, que constituirían su séquito. Una vez Zeus le concedió todas sus peticiones, Artemisa solicitó a Hefesto que le confeccionara un arco y unas flechas con las que poder desarrollar su actividad como cazadora. Por último, el dios Pan le entrego una jauría de perros para que acompañaran a la diosa en las monterías.
NIOBE Y LETO
Uno de los principales mitos que tienen a Artemisa como protagonista cuenta cómo Níobe, reina de Tebas, se jactó en público de ser superior a Leto al haber parido y criado a catorce hijos, mientras la diosa sólo había engendrado dos. Como castigo ante esta impiedad, Leto pidió a sus hijos que acabaran con la vida de los hijos e hijas de Níobe, encargo que éstos cumplieron de inmediato. Los catorce jóvenes murieron bajo las flechas de los mellizos. Níobe, loca de dolor ante la muerte de sus hijos, escapó de Tebas y buscó refugio en Asia, donde se tendió a llorar desconsoladamente hasta convertirse en piedra. De sus abundantes lágrimas se formaron las fuentes del río Aqueloo.
ACTEÓN
En una ocasión en la que la diosa Artemisa se encontraba bañándose en un estanque junto a sus compañeras, el príncipe Tebano Acteón, que se encontraba de caza por los alrededores, las descubrió por accidente. Aunque las compañeras de Artemisa se apresuraron a cubrir el cuerpo desnudo de la diosa, el joven ya había mancillado con su mirada el pudor de la virginal divinidad. Enfurecida, Artemisa convirtió a Acteón en un ciervo, y una vez se hubo completado la metamorfosis, azuzó contra él a sus propios sabuesos. Los perros despedazaron al príncipe tebano sin darse cuenta de que estaban dando muerte a su amo.
CALISTO
Calisto era una joven noble, hija del rey de la Arcadia, que había decidido consagrar su vida a Artemisa y formar parte de su cortejo. Para ello, era necesario que las jóvenes seguidoras de la diosa hicieran un voto de castidad: debían permanecer vírgenes del mismo modo en que lo hacía Artemisa. Sin embargo, el dios Zeus se encaprichó de la joven Calisto y, tras engañarla haciéndose pasar por la diosa Artemisa, la violó, dejándola embarazada. Calisto trató de ocultar su estado durante todo el tiempo que le fue posible, a sabiendas de que Artemisa no consentiría que permaneciera en su séquito una mujer que no fuera virgen. Pese a sus esfuerzos, en una ocasión en la que la diosa y sus compañeras estaban bañándose en un estanque, ésta descubrió el embarazo de Calisto. Como castigo por haber roto su voto de castidad, Artemisa transformó a la joven en una enorme osa. Tras permitir el parto de su vástago, al que se le puso el nombre de Arcas, Zeus elevó a la osa a los cielos como compensación por el castigo que había sufrido, convirtiéndola en la constelación de la osa mayor.
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